«Que el fuego de la vida haga de ti un océano». Albert Aoussine (Camerún)
Pueblo natal
Cuando
mis pensamientos
me
trasladan a mi pueblo natal,
escenas
ricas en colores,
avivan
mi emoción.
Allá,
bajo los trópicos,
se
vive bien en cualquier estación.
Los
espacios son extensos, vastos
hechos
a la medida de mi respiración.
Los
arboles están rodeados de espeso follaje
los
poderosos baobabs, sirven de abrigo
y
lugares de encuentros
cuando
el sol en el cenit, lanza sus rayos.
Las
chozas agrupadas simétricamente,
sabiamente
espaciadas,
triunfalmente
saliendo de la tierra
muestran
con orgullo, sus tocados de paja.
Allá,
a lo lejos, contemplo
encantado,
la sabana salvaje
mi
sueño de inmensidad.
Aquí,
en estas tierras calientes
la
sabiduría es la norma;
el
hombre es un dulce maestro
intenta
vivir de forma armónica.
Además,
desde el amanecer
al
primer canto del gallo,
los
aldeanos se entregan
a
múltiples ocupaciones.
Las
mujeres, con su tesón habitual,
se
levantan al nacer el alba,
vestidas
con simples paños…
con
los colores-de todas-las estaciones.
Ellas
son las que encontramos
numerosas,
en cada encrucijada.
a
su vez, van a los pozos
al
río más cercano
y
también al más lejano,
desafían
a las colinas, al trabajo de los campos…
nada
parece afectar esta alegría
profundo,
todo lo que ellas hacen:
pilando
mijo, trigo o sorgo
mientras
vigilan al niño dormido.
Y
que bellas lucen,
cuando
en los días festivos,
se
adornan con sus modestas joyas
con
sus mejores galas
danzan,
y cantan con sus voces celestiales.
Y
los hombres bravos y fieros
a
fuerza de pruebas iniciáticas,
de
estatura mediana
y
con una calma olímpica,
velan
activamente, con esmero
por
toda la sociedad.
Ellos
aseguran la paz, la estabilidad
construyen
nuevas chozas
crean
empleos tanto agrícolas
como
artesanales.
Y
durante sus ratos de ocio
toman
un merecido descanso,
beben
vinos locales,
de
sésamo o de dátiles,
sentados
en esterillas
tejidas
por su dedicación.
Niños
y ancianos, mientras tanto
son
testigos a distancia
de
estos eventos.
Los
primeros se inician así de una forma lúdica,
los
últimos, valen todo su peso
como
guardianes de las tradiciones,
mediadores,
maestros o sabios consejeros.
Himno a la vida
Niño,
fruto
de cuerpos tensos.
rosa
de los cuerpos colgados.
horizonte
en flor.
Así
que aquí estás, mañana triunfante.
en
la palma de mis manos
sonríes
con alegría o resignación
nadie
lo sabrá …
Tengo
tanto que decirte
niño
con bronceada frente
cuando
en ti la plena
conciencia
se forme.
Tu
madre ya
te
mece a las canciones de
orgullosos
reinos de África
libres
y florecientes desde la antigüedad.
¡Oh
sésamo de días felices!
en
el país Serer te llamamos oasis.
Ven
frente a mi espejo,
amuleto
hecho por la madre naturaleza.
Estoy
soplando en tu frente,
que
el fuego de la vida
haga
de ti un océano.
Negro
– Papá dime, ¿por qué la noche es negra?
–
Porque lo negro está colmado de calma.
–
¿Por qué es negro el hombre?
–
Porque lo negro es hermoso y gozoso.
–
¿Por qué lo negro es negro?
–
Para embellecer el cosmos.
–
¿Por qué el pizarrón es negro?
–
Porque lo negro es inteligente.
–
¿Por qué el negro es tan pobre?
–
¡Porque él trabaja para todos!
Boleto sobre la mesa
Amigo,
querido amigo,
duermes
lejos de los albergues,
cuando,
por un día festivo,
te
marchas al campo.
Prefiero
saberte sobre hierba fresca,
aspirando
los olores del verano
que,
en estas casas tristemente amuebladas,
madera
arrancada del corazón de los bosques.
Estos
poemas pertenecientes al libro Alquimia
Poética (2016).
Traducción al español por Mariela
Cordero
La traducción de estos poemas fue
publicada en la Revista Abierta de Poesía
Poémame
(España) el 08/02/2019
Albert
Aoussine es un escritor,
poeta y filósofo originario de Camerún. Actualmente reside en Europa del Este.
Es el director del Circulo de Filosofía Fundamental y de la Revista Baobab – Revue des mutations du
monde noir. Ha publicado ensayos filosóficos y varios poemarios, entre
ellos Alquimia Poética (2016).
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